A muchas personas todavía les resulta difícil saber cuál es su tipo de piel. Tener esta información es muy importante porque a partir de ella sabemos cuáles son los productos ideales y más indicados, que se adaptan a las necesidades de tu piel y no provocan ninguna reacción contraria (efecto rebote).
Conoce cuáles son los tipos de piel que podemos identificar, sus características y las texturas más indicadas para cada uno de ellos.
La importancia de usar productos para tu tipo de piel
No en vano tenemos varios tipos de textura en los productos: cada uno está hecho para adaptarse de la mejor manera a los tipos de piel existentes. Por eso es tan importante identificar las principales características del suyo. La identificación se realiza en base al equilibrio entre el agua y las glándulas sebáceas, buscando siempre la igualdad entre ambas partes. Sabiendo cuál es su tipo de piel, tendrá un tratamiento facial más específico, centrado en las necesidades de su piel.
Algunas personas utilizan productos inadecuados, que pueden causar problemas y empeorar la situación de la piel, resaltando sus características negativas. Por lo tanto, trate de conocer exactamente su tipo de piel. Aquí le ayudaremos a desvelar los misterios de seis tipos de piel: grasa, sensible, mixta, seca, acnéica y normal. Te contaremos las diferentes características de cada uno, además de darte consejos sobre lo que no debes hacer y la textura ideal de los productos que se adaptan a ellos.
Pieles grasas
La piel grasa tiene una producción excesiva de sebo, lo que hace que la piel sea brillante y pegajosa, y más propensa al acné. Su superficie es más gruesa con poros dilatados, especialmente en la frente, la barbilla y la nariz, lo que se conoce como zona t. La excesiva oleosidad de esta piel se ve afectada por la dieta, el estrés, las hormonas y las tendencias genéticas.
Normalmente, cuando se tiene este tipo de piel, se siente la necesidad de lavarse la cara más veces al día con la intención de limpiarla. Sin embargo, la oleosidad tiende a aumentar con ciertos hábitos, como el lavado excesivo de la zona y el uso de cremas que no son libres de grasa. En las épocas más frías también puede ocurrir esto, porque este sebo se produce con la intención de proteger y defender la región de los factores a los que estamos expuestos durante el día, como el sol, el frío, la lluvia y el aire acondicionado.
Para las pieles grasas, los mejores productos son los que no contienen aceites y tienen una textura fluida, que también puede ser gel-crema, loción y sérum. Utiliza siempre un protector solar con estas características y también con control de brillo, efecto mate y no comedogénico.
Pieles sensibles
La piel sensible tiene poca tolerancia y es propensa a reacciones adversas cuando entra en contacto con determinadas sustancias. Sus características no tienen tanto que ver con el agua ni con la deficiencia sebácea, y puede considerarse aceitosa o seca también. Es una condición de la piel que puede presentar reacciones como picor, enrojecimiento, descamación y manchas, comprometiendo su barrera protectora y dejándola susceptible a la acción de factores externos, que pueden causar irritaciones o alergias.
La piel más fina, como la de los bebés, la piel escamosa y la piel con desequilibrio de ph, como la piel envejecida y la piel con desequilibrio hormonal, causado por el embarazo o el estrés, son ejemplos de piel sensible. Además, cambios externos como la oscilación de la temperatura, el uso excesivo de jabones con tensioactivos y algunos tratamientos médicos también influyen en la sensibilidad.
Al ser una piel sensible a productos como los ácidos y otras composiciones químicas, lo ideal para esta piel es utilizar productos con agentes físicos, con acción calmante, antiirritante y sin parabenos. Procura también utilizar agua termal para ayudar a calmar las irritaciones de esta condición de la piel.
Pieles secas
La piel seca carece tanto de agua como de sebo. Tiene un aspecto áspero, apagado y sin brillo, y también se considera deshidratado y propenso a las grietas. Con la falta de grasa y la pérdida excesiva de agua, la capacidad protectora de la piel se reduce, lo que puede provocar picores, rojeces o un fácil endurecimiento. Los factores hormonales, la edad, las condiciones climáticas, los baños calientes y prolongados pueden acentuar la situación.
Uno de los principales pasos para cuidar la piel seca es la hidratación. Aumenta el contenido de agua de la piel, la protege y favorece la renovación celular. Además, las personas con este tipo de piel son más propensas a las arrugas, por lo que es interesante combinar sus productos de tratamiento facial con uno antiedad. En busca de las mejores texturas para la piel seca, las cremas y los sérums son ideales. Tienen un alto contenido en humedad y se adaptan mejor a la sequedad, ya que reponen el agua de la piel deshidratada.
Pieles mixtas
La piel mixta es grasa, con poros dilatados en la frente, la nariz y la barbilla (zona t), con tendencia al acné y seca en las mejillas y los bordes, que se descama e irrita con facilidad. Para equilibrarlos es necesario hidratar y controlar la oleosidad, además de evitar la astringencia excesiva, las soluciones alcohólicas y las texturas muy cremosas. Las texturas más recomendadas para este tipo de pieles son el sérum, el gel y el fluido. Elige siempre productos sin aceite, porque tienen una textura ligera y no dejan la piel pegajosa.
Pieles con acné
La piel con acné tiene una textura irregular, poros dilatados, un brillo excesivo y un aspecto graso. El acné es una enfermedad que provoca la formación de puntos negros, espinillas, pústulas y quistes, debido a que las glándulas sebáceas segregan grasa para crear una protección para la piel, por lo que necesita ser controlado por un dermatólogo. Los productos para pieles acnéicas deben controlar la grasa, tener una acción secante e hidratar la piel, además de ser no comedogénicos y no obstruir los poros. Otro punto importante es recordar siempre que hay que desmaquillarse e higienizar la piel, para dejar los poros libres.
Piel normal
La piel normal tiene una textura saludable y un equilibrio entre el agua y el sebo, que es ideal y saludable para la piel. En otras palabras: produce grasa en la cantidad adecuada, sin exceso de brillo ni sequedad. Con poros pequeños y poco evidentes, su aspecto es aterciopelado y suave, con pocas imperfecciones. Es fundamental mantener la piel así, manteniendo este equilibrio, cuidando la higiene, la hidratación y la protección solar. Uno de los cuidados más importantes es que en estas personas, en la región de los ojos, la aparición de arrugas es más intensa. Este tipo de piel debe tener la misma rutina que todas las demás: higienizar, tonificar, hidratar y proteger, para mantenerse sana y libre de manchas.